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Hôtel Plaza Athénée, París

Rafael de la Fuente   Marbella
Fecha: 24-03-2013 - 12h42
Modif.: 24-03-2013 - 12h42
Publicado por: Rafael de la Fuente
Enlace completo: https://raf.worldofgalina.com/?articulo=Hôtel Plaza Athénée, París&cod=1356



Siempre me lo decía mi buen amigo y maestro, el gran René Lecler, el autor de aquel libro maravilloso dedicado a los 300 mejores hoteles del mundo.  Para él, el Plaza Athenée, en una ciudad llena de hoteles espléndidos como es París, era el hotel “charmant”, el más encantador.  No era un hotel demasiado grande.  Sabían combinar, gracias a un personal excepcional,  las sensaciones, el “feeling”  de un gran hotel de lujo “à la parisienne” con el calor y la privacidad de la casa de un buen amigo. Eso sí. Un amigo con un excelente buen gusto y con mucho, mucho dinero. 

La puesta en escena  era impresionante, tanto en los salones como  en las suites y las habitaciones de los huéspedes, decoradas en el mejor estilo Luis XV y Luis XVI. Con maravillosas alfombras, espejos fastuosos para recoger la imagen de los afortunados huéspedes  y aquellos gloriosos armarios en maderas nobles, destinados a ser depositarios del elegante contenido de los  equipajes de unos viajeros muy especiales, venidos desde los cuatro puntos cardinales . Como aquella gran dama neoyorquina, muy amiga del maestro Lecler, que después de un largo vuelo nocturno sobre el Atlántico necesitaba que le sirvieran inmediatamente el desayuno en la terraza de su suite, rodeada de geranios rojos –  hacían juego con el rojo de los toldos – y con la Torre Eiffel enfrente. Solo a partir de ese momento se daba cuenta de que ya estaba en París.

El Plaza Athénée tuvo unos comienzos poco convencionales. El primer Hôtel Athénée fue construido para la Exposición Universal de 1867 por el banquero parisino Raphael Bischofsheim, personaje muy destacado de la sociedad del Segundo  Imperio. Tenía 160 habitaciones, un gran salón, una sala de billar y un cuarto de baño en cada planta. Junto al edificio del hotel, cerca de la  Opera erigida por el gran Garnier, se levantaba el Teatro Athénée, también iniciativa de Monseiur Bischofsheim, al que se accedía por la rue des Mathurins. 

En 1911 se decidió la venta del hotel. El negocio se trasladaría al 25 de  la avenue Montaigne. Así fue. La entrada en la sociedad de los propietarios del Hôtel Plaza aconsejó ampliar el nombre del establecimiento: Hôtel Plaza Athénée. El espléndido nuevo hotel parisino, con 400 empleados y 200 habitaciones,  abriría sus puertas el 20 de  abril de 1913. Algo más de un año después, el comienzo de la Primera Guerra Mundial representó un serio problema para el buen funcionamiento de aquel gran hotel,  en un París amenazado  por los ejércitos del Imperio Alemán, a no muchos kilómetros de distancia. A pesar de todo el hotel se mantuvo abierto durante los años de guerra. Uno de sus huéspedes más notables fue la famosa Mata-Hari.

La paz restableció la buena marcha del Plaza-Athénée, con clara vocación de ser uno de los  grandes  establecimientos parisinos. Enclavado en uno de los mejores barrios de la capital, cerca de las embajadas más importantes y los cuarteles generales de las grandes casas de la moda y la alta costura. Como Dior, que se instalaría muy cerca del hotel. 

Empezaron a llamarle “el hotel de los magnates”. Sobre todo por tener entre sus huéspedes a personajes como Ford, Rockefeller, Vanderbilt, o Getty. Son dignas de mención las estancias de Barbara Hutton, la mítica millonaria norteamericana. Traía en su equipaje (70 maletas) sus propias sábanas de “crépe de Chine”.  Por cierto, en la última etapa de su vida, pasó esta dama legendaria dos meses con su séquito en Marbella, a principios de la década de los 80. Se alojó en  el Hotel Los Monteros, donde nos dirigíamos a ella con el tratamiento de Su  Alteza, por su matrimonio con un príncipe asiático. Recuerdo que para ella el Plaza Athénée seguía siendo uno de sus hoteles más queridos. 

Mientras tanto, en el famoso hotel del 25 de la avenue  Montaigne, como lugar de encuentro del “tout Paris”,  la vida discurría serena y feliz.  A diario algunos de los personajes más famosos del planeta ocupaban su lugar en aquel escenario excepcional. A la hora del té,  en la galería de los Gobelinos, o si el tiempo lo permitía, en La Cour Jardin, el  encantador patio al aire libre, que recordaba en verano a Andrew Matthew el “quadrangle”  de un college de Oxford. O en el restaurante, Le Relais-Plaza, uno de los más deseados de París, o tomando la última copa de la noche o de la mañana en el Bar Anglais.

Conocí el Plaza-Athénée a mediados de la década de los setenta. Fueron unos años gloriosos para el hotel, una vez superados en 1969 los problemas surgidos entre los empleados del hotel y el nuevo propietario, el empresario hotelero anglo-italiano, Sir Charles Forte. El equipo de  profesionales del hotel se levantó en armas contra Sir Charles, alarmados por los planes del nuevo patrón para convertir el Plaza Athénée en algo que podría terminar siendo una caricatura de sus antiguas glorias. Lo que significaría la pérdida fulminante de una clientela excepcional.

Creo que tanto el propietario como los empleados tuvieron suerte cuando inesperadamente, Monsieur Paul Bougenaux, el primer conserje del hotel se convirtió, por aclamación de los trabajadores en su portavoz. Sigo recordando aquello como un milagro que no hubiera sido posible sin el prestigio profesional  de M. Bougenaux, aquel antiguo miembro de Las Llaves de Oro, al que tuve el honor de conocer. Negoció con honestidad y con inteligencia en nombre de la plantilla y todo terminó en un buen acuerdo. Agradecido e inteligentemente Sir Charles nombró a Paul  Bougenaux director general del Plaza Athénée.  Los empleados habían salvado a su hotel. 

Y un día el Plaza Athénée cambió de nuevo de propietario. El grupo hotelero que lleva como bandera el nombre y la filosofía de calidad sin concesiones de The Dorchester Collection, propiedad del Sultán de Brunei, decidió adquirir  uno de los hoteles que más contribuyen a la fama de la capital de Francia: el Plaza Athénée.  Fue una magnífica decisión para todos. Se acometió una importe renovación del hotel a partir del año 2000. Los cuatro restaurantes fueron puestos bajo la batuta del gran Alain Ducasse, el maestro de maestros de los grandes chefs de Francia. Hoy el restaurante a la gran carta que lleva el nombre de Ducasse tiene tres estrellas en la guía Michelin. El Relais Plaza, como ocurriera desde el momento en que abrió sus puertas hace un siglo, sigue encantando a los comensales más exigentes. Sin olvidar la delicia de almorzar o cenar en verano en La Cour Jardin. Y todo precedido o seguido por una copa en el Bar du Plaza Athénée, creación deslumbrante del genial decorador Patrick Jouin.

El hotel dispone en la actualidad de 146 habitaciones y 45 suites. En las dos plantas superiores predomina el estilo Art Decó. Las restantes siguen siendo hermosamente parisinas, sin complejos.  Como diría René Lecler se pueden pasar horas en ellas buscando algo que no es perfecto. Y no solo en una de las suites de autor, la Suite Eiffel 361, con su ventana con marco de plata que encuadra a la Torre Eiffel, iluminada sobre el fondo de la noche  parisina. Otra novedad. El Plaza Athénée alberga el más hermoso e innovador   Spa de la capital, el Dior Institut, creado y tutelado por la división de Dior dedicada al mundo de los Spas.


Este año el venerable Plaza-Athénée celebra su primer centenario. Se han organizado numerosos actos y festejos que culminarán en la fecha que conmemora  la inauguración del hotel hace un siglo: el 20 de abril. Cierta banalidad en esta liturgia será inevitable. Como suele ocurrir, ninguno de esos  actos podrá superar la espléndida realidad que fue todo aquello que se conmemora. 

¡Feliz Aniversario!



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